Infinidad de diminutas heridas erosionaban su cuerpo; en el centro de todo, un corazón luchaba por mantener una vida no deseada, tal vez odiada, y la desidia le impedía luchar contra el martirio de vivir en un mundo plagado de miradas despectivas. Sintió que ya no quería sentir y en ello empleó todo su esfuerzo. Empujando su imagen a través del cristal hasta encontrarse al otro lado, en el mundo de hielo, y el eco de su ausencia se convirtió en su sombra.
1 comentario:
No te recomiendo el otro lado, nada bueno sale de ahí (normalmente).
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