Primero fui yo quien le pidió que no dejara de escribir por mí. Llegó un momento en que mi conciencia me dio un aviso; más tarde o más temprano, fuera bien o mal, terminaría por echarme en cara aquel sacrificio y por supuesto no estaba dispuesta a ello. Esto no se lo dije, mi argumento era el de siempre; un día las cosas cambiarían y tendríamos mucho tiempo para nosotras.
Luego, paulatinamente dejé de acompañarla a su trabajo de fin de semana. A medida que pasaba el tiempo, aquella llama de amor efervescente se fue graduando hacia un término medio que alumbraba lo justo, de tal modo que, sin apenas darme cuenta, pasaba las horas sola, sentada en la barra de un bar observando como ella coqueteaba con las clientas. Incluso llegué a notarla incómoda por mi presencia. Confiaba en ella, supongo que eso era parte de su trabajo y tenía la certeza de que no llegaría a más, pero yo también me sentía incómoda al verla levantar la mirada para localizarme y dejar de hablar con aquellas chicas que se acercaba, tal vez demasiado, para pedirle una copa.
Así que una noche me sentía mal para salir, otra no tenía ganas y pronto dejó de preguntar. Creo que sintió incluso alivio ante esta nueva situación. Supongo que necesitaba libertad y yo se la di. Pero cuando las cosas empiezan a ir mal, pocas veces se solucionan, y la espiral de sucesos nos conducía, cada vez más ciertamente, al punto de no retorno en que se acaban las historias de amor.
[Continuará...]
Música: Ivan Ferreiro - Canciones para el tiempo y la distancia.
1 comentario:
Es triste que las cosas terminen,...
No solo me gusta como escribes, sino que la música que eliges es también de mis favoritras. Piratas, y Ferreiro, me parecen de lo mejorcito del pop español de los últimos años.
Te sigo, te sigo...
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