5 abr 2007

UN DÍA

Un día, en algún lugar, alguien escribió su nombre en la corteza de este árbol, ahora, igual que él, su nombre se convertirá en polvo.
Los ríos, los vientos, el sol y las nubes, todo a nuestro alrededor parece inmortal, pero no lo es, ni el agua del río, ni el aire del viento, ni los rayos de sol, ni el vapor de las nubes es el mismo que vimos ayer. Todo cambia, evoluciona o muere.

Ayer, yo llevaba una coraza impenetrable que hoy hace aguas por todas partes, pero solo algunas personas lo saben, el resto, no ha notado la diferencia. Y es que esa coraza que antes era de rabia, dolor y amargura, hoy es del tejido del miedo. Miedo a perder a quienes quiero, a que me hagan más daño, miedo a no saber o a saber demasiado. Miedo en definitiva al mundo que me rodea. Y esa coraza de miedo es del color del acero y del sabor del hielo.

Pero todo son espejismos, nada más que apariencias, porque todo lo que ocurre a mi alrededor penetra en mi y anida en el alma. Mi rostro pretende no reflejarlo, no quiero ser vulnerable, no quiero aparentar lo que siento.

Se que no soy la única que intenta aparentar algo que no es, el mundo baila al son de las falsas imágenes exteriores, pero incluso éstas no son las mismas que ayer, porque todo cambia, evoluciona o muere.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y qué mejor que eso? Estancarnos y no ir hacia ninguna parte inmovilizados por el miedo a dar el siguiente paso...? No, ahora mejor que nunca, adelante...
Recuerda, hasta ella tiene sus fases, y sigue...
Un saludo!